No podía bajarte la luna y hecharla a tus pies, no
podía subir hasta ella y marcar tu nombre y el mío
con el brillo de las estrellas; más sin embargo
era esa misma luna que te dedicaba
todas las noches, la misma
luna que nos acompañaba en largas caminatas, juntos de la
mano, la misma luna a la que me acompañaba en mis noches
de insomnio, noches llenas de ti,
María José Baracaldo
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